El diezmo: Una práctica de fe y bendición

El diezmo es una de las prácticas más antiguas mencionadas en la Biblia, y aunque para muchos cristianos puede ser motivo de duda o cuestionamiento, se trata de un principio espiritual fundamental que enseña obediencia, confianza y gratitud hacia Dios. A través de esta entrega del 10% de nuestros ingresos, no solo se honra al Creador, sino que también se desbloquean lecciones financieras y espirituales que nos ayudan a crecer. En este artículo exploraremos qué es el diezmo, su fundamento bíblico y por qué tiene gran importancia en la vida de un creyente.
¿Qué es el Diezmo según la Biblia?
El diezmo consiste en entregar la décima parte de nuestros ingresos como un acto de obediencia a Dios. Esta práctica aparece desde el Antiguo Testamento, cuando Abraham entregó el diezmo al sacerdote Melquisedec (Génesis 14:20), y continuó como un mandato para el pueblo de Israel (Levítico 27:30). En la Biblia, se ordena que los diezmos se entreguen en el “alfolí”, la casa de Dios, con el propósito de sostener a los sacerdotes y proveer para la comunidad.
El texto de Malaquías 3:10 es una referencia clave que explica tanto la promesa como el propósito del diezmo:
«Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.»
Este versículo es la única ocasión en la que Dios invita al creyente a probarlo, prometiendo bendiciones abundantes a quienes diezman de corazón.
Lección financiera y espiritual
Para muchos creyentes, la dificultad de diezmar radica en la percepción de que entregar el 10% afectará su estabilidad económica. Sin embargo, el diezmo es una oportunidad para aprender lecciones importantes sobre nuestras finanzas y nuestra dependencia de Dios.
Una enseñanza significativa es que el diezmo nos ayuda a vivir con organización y disciplina. Al apartar un 10%, aprendemos a gestionar el 90% restante de manera más sabia y consciente. Como señala el texto: «Nos invita a organizarnos… Dios no se manifiesta en el desorden». Este acto de separar el diezmo nos lleva a planificar nuestras finanzas, evitando gastos innecesarios y viviendo conforme a nuestras posibilidades.
Además, diezmar fortalece nuestra confianza en Dios como proveedor. Al entregar ese porcentaje, reconocemos que todo lo que tenemos proviene de Él y que Su provisión es abundante. En lugar de enfocarnos en lo que damos, aprendemos a apreciar las bendiciones que podemos disfrutar con el 90% restante. Esto nos recuerda que la obediencia y la generosidad abren las puertas a la abundancia espiritual y material.
Corazón correcto
El acto de diezmar no se trata solo de cumplir una norma religiosa, sino de hacerlo con fe y gratitud. Como dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 9:7: «Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre».
Dar de manera forzada o con dudas no produce el mismo fruto que dar con alegría, convencidos de que estamos participando en un propósito mayor. Cuando entregamos con amor, experimentamos la paz y el gozo que provienen de saber que nuestra obediencia contribuye a la obra de Dios en la tierra.
Dependencia de Dios
Una de las mayores lecciones que ofrece el diezmo es que nos enseña a depender más de Dios. Al entregarlo, estamos reconociendo que nuestra seguridad no radica en nuestros ingresos, sino en la provisión divina. Cuando ponemos a Dios en primer lugar, Su promesa es clara: abrirá las ventanas de los cielos y derramará bendiciones hasta que sobreabunden (Malaquías 3:10).
Muchos cristianos luchan con la escasez, pero el acto de diezmar nos ayuda a recordar que al dar con fe, Dios nunca nos dejará sin provisión. La Biblia nos enseña que Dios es el dueño del oro y de la plata (Hageo 2:8), y lo que nos pide es solo una pequeña parte de lo que ya nos ha dado. Al soltar ese 10%, activamos Su promesa de bendición y aprendemos a confiar en que Su provisión es más que suficiente para nuestras necesidades.
Acto de fe y gratitud
Diezmar es una práctica que transforma nuestra manera de ver las finanzas y fortalece nuestra relación con Dios. Más allá de ser un mandato, es una oportunidad para demostrar gratitud, aprender disciplina financiera y profundizar en la confianza en Dios como nuestro proveedor. La entrega del 10% no debe verse como una pérdida, sino como un acto de fe que abre las puertas a la abundancia.
Cuando damos a Dios lo que le pertenece, experimentamos cómo los cielos se abren a nuestro favor y recibimos mucho más de lo que imaginamos. Como cristianos, estamos llamados a diezmar con alegría y confianza, sabiendo que todo lo que tenemos proviene de Dios y que Su bendición es más grande que cualquier sacrificio que podamos hacer.
¿Estás dispuesto a dar ese paso de fe y ver cómo Dios obra en tus finanzas y en tu vida?